domingo, 16 de diciembre de 2012


Amé siempre esta colina, 
y el cerco que me impide ver 
más allá del horizonte. 
Mirando a lo lejos los espacios ilimitados, 
los sobrehumanos silencios y su profunda quietud, 
me encuentro con mis pensamientos, 
y mi corazón no se asusta. 
Escucho los silbidos del viento sobre los campos, 
y en medio del infinito silencio tanteo mi voz: 
me subyuga lo eterno, las estaciones muertas, 
la realidad presente y todos sus sonidos. 
Así, a través de esta inmensidad se ahoga mi pensamiento: 
y naufrago dulcemente en este mar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario